La aceptación incondicional es una de las estrategias más recomendadas de la psicología moderna.
Su propuesta consiste en no huir de los problemas, sino encajarlos dentro de la normalidad de la vida. ¿Cómo puede ayudarnos esta estrategia?
El crecimiento en la adversidad
Aunque no lo parezca, las dificultades representan oportunidades de aprendizaje. Lo cierto es que la vida no está exenta de ellas, por lo que aspirar a no tener problemas jamás sería, como mínimo, poco realista.
Ante esa perspectiva, la aceptación incondicional implica desarrollar la resiliencia. Es decir, nuestra capacidad para asimilar lo que nos sucede y seguir adelante.
No se trata de darse por vencido y renunciar a hacer cosas, sino de desarrollar una actitud de sana competencia. Si la vida nos lanza una desafío, hemos de afrontarlo con el objetivo de superarlo. Sin obsesionarnos, y sin caer en la desesperación.
La aceptación es una vía para tomar algo de perspectiva y respirar. Evitamos que la vida nos supere, y reponemos en ella la energía precisa para continuar el viaje que es la vida.
Siempre hay un lado positivo en la aceptación incondicional
A veces cuesta verlo, es cierto. Pero el lado positivo puede encontrarse. Podemos aprender a aceptar lo que nos sucede y desarrollar la capacidad de apreciar las cosas buenas que tenemos.
Familia, amigos, entorno… seguro que hay muchas cosas magníficas en tu vida. Centrarnos en ellas es una buena forma de anclarse al presente y tomar perspectiva.
Como has visto, es inevitable que surjan problemas y dificultades. Esa es una de las certezas de cualquier vida. Pero no hemos de desanimarnos ante ellas: sólo nos queda intentar sacar algo en limpio y aprovechar la oportunidad de crecer. Siempre es posible el desarrollo de las personas en esa dirección.
La aceptación incondicional es una forma magnífica de desarrollar una salud mental de hierro. Para que las adversidades que sin duda llegarán no supongan un varapalo tan relevante.
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